En octubre de 2012 se lanzó la versión de estudio del Concerto for Group and Orchestra.
La grabación cuenta con la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra la cual fue dirigida por Paul Mann.
Los solistas son Jon Lord (órgano), Darin Vasilev (guitarra en el First Movement), Joe Bonamassa (guitarra en el Second Movement), Steve Morse (guitarra en el Third Movement), Steve Balsamo, Kasia Laska, Bruce Dickinson (voz), Brett Morgan (batería) y Guy Pratt (bajo).
Las sesiones orquestales tuvieron lugar en el Philharmonic Hall, en Liverpool, Reino Unido, el 1 y 2 de junio de 2011, seguido de dos días de doblaje en los estudios Abbey Road, Londres, el 13 de agosto (con Jon lord y Bruce Dickinson) y el 20 de octubre (con Kasia Laska, Steve Balsamo, y Joe Bonamassa). El 9 de mayo de 2012, Steve Morse tomó unas horas libres de trabajar en el nuevo álbum de Deep Purple en Alemania para volver sobre el final, mientras que Darin Vasilev añadió su guitarra al primer movimiento en Sofía y en Londres. La mezcla se llevó a cabo en Abbey Road con el brillante Andrew Dudman durante dos días a fines de mayo de 2012.
Según Paul Mann, Jon Lord logró escuchar el máster final de la grabación unos pocos días antes de su muerte el 16 de julio de 2012.
CD-1 Moderato - Allegro (Guitarra - Darin Vasilev) 16:23
CD-2 Andante (Guitarra - Joe Bonamassa - letra de - Ian Gillan) 19:37
CD-3 Vivace - Presto (Guitarra - Steve Morse) 10:52
DVD-1 La realización de "Concierto para Grupo y Orquesta"
DVD-2 Entrevista con el director Paul Mann
DVD-3 Entrevista con Marco De Goeij
Ver Discogs
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Disco completo
00:00 - Movement One. Moderato - Allegro
16:16 - Movement Two. Andante
35:43 - Movement Three. Vivace - Presto
Jon Lord: Organ
Darin Vasilev: Guitar (Movement One)
Joe Bonamassa: Guitar (Movement Two)
Steve Morse: Guitar (Movement One Three)
Bruce Dickinson: Vocals
Steve Balsamo: Vocals
Kasia Laska: Vocals
Brett Morgan: Drums
Guy Pratt: Bass
Royal Liverpool Philharmonic Orchestra conducted by Paul Mann
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Les dejo aquí un excelente review que encontré en otro Blog. Copio y pego, pero obviamente cito la fuente abajo. Lo hago porque yo no podría hacerlo mejor y coincido plenamente en casi todo lo expuesto:
En 1969 vio la luz uno de los proyectos más ambiciosos llevados a cabo a esa fecha por un músico de rock. En realidad, no sólo a esa fecha, ya que hasta el día de hoy Concerto For Group And Orchestra es único en su especie. Algunos han intentado hacer cosas similares y entre los más conocidos se encuentran Metallica con resultados -opinión personal- desastrosos y Kiss que, claramente mejor asesorados, salieron airosos. Sin embargo, ninguno merece siquiera ser comparado con la obra de Jonathan Douglas Lord, ya que el trabajo de este inglés fue especialmente concebido y escrito para ser tocado por una orquesta en conjunto con una banda de rock, y no se trataba de grandes éxitos ya probados ahora tocados junto a una filarmónica. Eso hubiera sido muy fácil para Lord.
Digamos que su preparación en el área clásica no era nada nuevo. Su padre había decidido que Jon fuera pianista clásico cuando tenía apenas cinco años y ya a los nueve lo practicaba con regularidad, convirtiéndose así la música docta en uno de sus grandes amores. Sin embargo, el mismo papá de Jon era músico de jazz, por lo que no tardó en encontrar en este estilo otra de las ramas musicales que más lo apasionarían a temprana edad, años antes que el nacimiento del rock and roll atrajera, finalmente, gran parte de su atención. Y digo gran parte y no toda, porque la veta clásica siempre corrió fuerte por las venas de este inglés, lo que comenzó a demostrar apenas tuvo la chance de hacerlo junto a Deep Purple.
Ya en el segundo álbum de la banda que lo lanzara a la fama, The Book of Taliesyn (1968), nos encontramos con una corta, pero muy emotiva sección de cuerdas en el tema Anthem, una joya de aquella placa. El siguiente disco, el homónimo Deep Purple, incluiría la canción titulada April, que ahora sí trae toda una bellísima sección de música clásica inserta en medio. Estos dos, llamémoslos adelantos, constituyen el preámbulo de lo que Jon estaba creando desde hacía un tiempo: un excéntrico proyecto que involucraría a sus actuales compañeros de banda, junto a toda una filarmónica, tocando tres movimientos compuestos especialmente para tal efecto. Paice simplemente asintió y siguió a Lord a ojos cerrados, los recientemente ingresados Gillan y Glover acataron, Roger con más entusiasmo que Ian, a quien le complicaba algo la idea, y Blackmore se mostraba absolutamente escéptico con el proyecto, pero le resultaba atractivo, aun cuando le molestaba enormemente la sola idea de tener que leer partituras para llevarlo a cabo.
Finalmente, el 24 de septiembre de 1969, la obra fue ejecutada en directo junto a la Royal Philharmonic Orchestra a sala llena, lo que equivalía a unas 8 mil personas, en el Royal Albert Hall de Londres. Cabe señalar que entre el público no sólo se encontraban seguidores de la banda, de hecho estos eran la minoría, ya que gran parte de la audiencia estaba conformada por gente que acostumbraba a asistir a conciertos de música clásica del director Malcolm Arnold y que se apersonaron aquella noche ante la curiosidad que les provocaba saber que tal personaje se encontraría dirigiendo esta obra junto a una banda de rock. Una vez finalizado el concierto, Jon Lord, Deep Purple, Malcolm Arnold y toda la Filarmónica de Londres, recibieron una ovación que duró cerca de 15 minutos y que obligó al director a repetir parte del tercer movimiento en una especie de “encore” que lamentablemente no quedó registrado. Nada mal diría el mismo Jon.
Luego de aquel episodio, Deep Purple continúo sus periplos hasta transformarse en una de las bandas de rock más grandes de todos los tiempos… pero eso es historia aparte. Sin embargo, a pesar de la exitosa presentación y de lo potente que era la obra, tanto en términos rockeros como clásicos, no fue del todo bien comprendida en aquellos años. Claro estaba absolutamente adelantada a su tiempo, y la relación existente entre la música clásica y el rock no era tan clara como hoy. Después de una segunda interpretación en 1970, junto a Los Angeles Philharmonic Orchestra conducida por Lawrence Foster, se perdió la partitura y Lord tardó bastante tiempo en intentar reproducirla nuevamente. No fue sino hasta 1999 que se decidió a ejecutarla otra vez, gracias a que un desconocido, Marco de Goeij, reconstruyera la partitura escuchando el CD y viendo los videos de la grabación original, la cual entregó a Lord durante la gira que en 1997 los llevó por Holanda.
Más tarde, en la década del 2000, fue ejecutada en reiteradas ocasiones y cada vez que lo hacía, Lord introducía pequeñas modificaciones o mejoras, tratando de configurar todo para llevar la compleja obra al estudio y plasmarla como siempre soñó.
Imagínense entonces, con Jon fallecido hace sólo algunos meses, lo que significa que su mayor obra, Concerto For Group And Orchestra, sea lanzada de forma póstuma. Lord alcanzó a afinar los últimos detalles de su eterno bebé y descansó por completo, dejándonos como regalo estos tres movimientos que resumen toda la locura y genialidad de uno de los grandes músicos contemporáneos que ha visto el mundo, porque podrá haber hoy en día tecladistas técnicamente iguales o mejores que él, pero jamás con la sensibilidad ni el sentido musical de este inglés, ni menos alcanzar la tremenda contribución a la música que hizo tanto en vida como ahora muerto. Pasemos entonces a revisar los movimientos de los que se compone este Concerto For Group And Orchestra.
First Movement: Moderato – Allegro. Partamos por definir vagamente el término. Moderato, es un movimiento musical ejecutado a velocidad moderada a un promedio de 80 negras por minuto. En términos mundanos, viene a ser un “mid tempo”, nada muy rápido ni muy lento. Allegro, en cambio, significa animado, rápido, veloz y equivale a 120 negras por minuto. Es en estos tiempos que se desarrolla la primera parte de la obra de Lord. Comenzando de forma apaciguada y muy relajada con una bella melodía en clarinete, sobre una base de cuerdas que van marcando las notas principales y el leit motiv que se desarrollara a lo largo de todo el movimiento, con diversas intensidades y tonalidades. Ya en el comienzo es posible notar, al compararla con la versión de 1969, que es un poco más lenta que aquella y con algunas pequeñas y casi imperceptibles variaciones que, aquellos que no conozcan bien la versión primitiva, simplemente no notarán.
Acercándonos a los cinco minutos la intensidad va en aumento considerablemente, luego es ejecutado un calmo pasaje que se cierra abruptamente con el imponente sonido del bombo, para dar paso a una melodía con leves reminiscencias a la Pastoral de Beethoven, pero más rápida. En definitiva se transforma en la introducción para la primera aparición del “Grupo”, en esta ocasión compuesto por varios músicos, algunos de renombre y otros no tanto. Entre los conocidos tenemos a Joe Bonamassa, Steve Morse, Guy Pratt (conocido por su trabajo junto a Pink Floyd) y Bruce Dickinson. Entre los menos conocidos para nosotros están Brett Morgan (batería, Sting, Jon Anderson), Steve Balsamo (cantante), Kasia Laska (cantante) y Darin Vasilev (guitarra). Estos últimos tres acompañaron a Lord durante varias presentaciones de esta misma obra con anterioridad.
En relación con la parte rockera, las intervenciones obviamente se ciñen estrictamente a lo escrito por Lord y el leit motiv de la pieza, pero en los solos se da la soltura necesaria para que cada uno vaya mostrando lo suyo sin la obligación ni necesidad siquiera de tener que emular en algo lo hecho por Blackmore o Paice, originalmente. Esto en un comienzo tiende a crear una especie de barrera, cierta reticencia, en especial en quienes gustamos y adoramos aquella mítica primera ejecución en Londres, pero luego de varias oídas el muro comienza a desmoronarse inexorablemente ante la precisa y apasionada ejecución de cada uno de los músicos participantes.
A partir de aquella primera aparición del grupo, los pasajes en los cuales intervienen comienzan a hacerse más recurrentes pero sin mezclarse. Esa es una de las principales características de este primer movimiento: la insistente y marcada oposición entre la orquesta y el grupo, como si se tratara de una batalla musical que busca la imposición de una de las partes por sobre la otra, compitiendo por las mismas melodías de forma fiera y potente, pero dejándose escuchar la primera a la segunda y viceversa.
Hacia el final de este primer movimiento, ya podemos notar que los antagónicos protagonistas de la obra de Lord comienzan de a poco a dialogar, hasta alcanzar el clímax de la mano de una intensa y enérgica sección de cuerdas y cobres, en un potente y armonioso contrapunto entre estos y el grupo, que se repite hasta el cierre de esta primera parte.
Second Movement: Andante. En términos del tempo viene a ser un poco más lento que el moderato y por esta misma razón, en esta parte de Concerto predominan melodías más sutiles y suaves y, por cierto, muy bellas, la mayoría de las cuales transmite cierta congoja. Resultan algo melancólicas y por momentos tristes, lo que se acentúa con la entrada de las primeras letras, las que en esta ocasión se encuentran a cargo, en primera instancia, de Steve Balsamo y luego junto a la privilegiada voz de Kasia Laska, quienes dan vida nueva a aquella hermosa sección cantada de esta obra, la que en la práctica recuerda mucho a episodios de Jesucristo Superestrella, en donde participara el mismo Ian. Si bien el trabajo de Gillan en la versión original es de carácter superlativo, no es menos cierto que Balsamo y Laska se lucen entonando las estrofas y constituyen uno de los puntos más altos de esta segunda parte.
Acercándonos a los nueve minutos nos encontramos con una de las secciones de cuerdas más hermosas de este movimiento, con la cual es casi imposible no sentir verdadera tristeza durante sus pasajes centrales, producto de las bellas melodías compuestas por Jon y ejecutadas de manera magistral gracias a la conducción de Paul Mann, más aun cuando al oírlas recordamos que su autor ya no está con nosotros.
Luego de la notable intervención de Joe Bonamassa y su guitarra durante la sección más blusera a cargo del grupo, y pasados los once minutos, nos encontramos con la contribución que hace Bruce Dickinson, quien posee una fuerza interpretativa que está fuera de cualquier discusión o duda, sin embargo, es este mismo punto de su cometido el que me genera cierto rechazo, ya que basa su desempeño en la fuerza con que entona las letras, dejando de lado el factor emocional de aquella sección, y es que, a pesar de intentarlo, carece de la emotividad con que Ian Gillan, junto a su característico tono nasal, interpretó las letras escritas para aquella ocasión y que en gran medida reflejaban lo que sentía respecto a su participación en un proyecto de esta envergadura. Claro, hoy en día con Dickinson ganamos en potencia, pero el tratamiento que Bruce Bruce le da a las letras no logra crear esa aura sobrecogedora con que Gillan las entonó aquella noche en el Royal Albert Hall. Quizás quiso darle un matiz más propio a su participación y no simplemente imitar lo ya hecho por su maestro y desde ese punto de vista su inclusión me resulta igualmente satisfactoria. Que no se malentienda, el cometido de Bruce Dickinson es extraordinario desde muchos puntos de vista, mi aversión pasa única y exclusivamente por un tema de costumbre a la versión original, nada más.
Luego nos adentramos nuevamente en la parte blusera de este movimiento, que encuentra su punto de inflexión en la entrada de Lord y su característico Hammond, ya que es su intervención la que da pie para el regreso de la filarmónica al movimiento, por medio de una tranquila sección de cuerdas que mantiene estricto apego con la versión primitiva, salvo algunas pequeñas diferencias, para luego finalizar con un silencio casi absoluto.
Third Movement: Vivace Presto. El tercer movimiento de Concerto es el más veloz de todos. De hecho Vivace significa “vivo” y precede al Presto, que significa “rápido” o “pronto”, y que se mide en base a 180-200 negras por minuto. Por lo mismo, si no están acostumbrados a esta música o no conocen esta obra, podría recomendarles que comiencen escuchando el tercer movimiento para ver si logran conectar con la majestuosidad del trabajo escrito por Jon Lord, ya que por su velocidad y dinámica resulta de fácil enganche para quienes no les interesa mayormente este tipo de manifestación musical. Si volvemos a la comparación entre esta y la versión de 1969, podremos notar que en la actualidad el tempo incluso ha aumentado un poco, nada demasiado notorio, pero definitivamente perceptible para quienes gusten de este trabajo.
Las variaciones en la velocidad sumadas a la potencia de las secciones de cuerda y cobres, hacen que todo suene aun más majestuoso e imponente, casi sublime. La llegada de la guitarra de Steve Morse, tranquiliza al notar que ejecuta su parte exactamente igual a como lo hiciera Blackmore, al menos al comienzo. En su segunda entrada, aquella que se desarrolla sobre una base de blues y jazz, cambia toda la locura y desenfreno en las seis cuerdas que protagonizó el hombre de negro, por una controlada demostración de virtuosismo, que de todas maneras sólo requiere de un par de oídas para entender las intenciones musicales con las que Morse quiso contribuir a esta obra.
Una de las características más sobresalientes en el plano rockero del tercer movimiento en su versión de 1969, fue un extraordinario y extenso solo protagonizado por Ian Paice, el cual se extendió por más de cuatro minutos y medio, generando una espontánea ovación del respetable una vez que, por medio de los tambores, la filarmónica volvía a escena sobre los tiempos marcados por Paice y su cencerro. Este 2012 toca que se luzca Brett Morgan, con un corto, pero contundente solo, que de hecho no dura más de 40 segundos, transformándose así en la principal diferencia entre esta y la versión protagonizada en Londres.
Una vez que comenzamos a acercarnos al final -y de hecho durante todo el movimiento- podemos notar un aire conciliador entre los ex antagonistas de la obra. Tanto lo clásico como lo rockero ahora trabajan en conjunto, dialogan sin dificultades, Lord logra que ambos espectros musicales comulguen sin ningún problema, transformando a uno en el complemento del otro y llevándolos así a una relación simbiótica que parece plenamente natural. No se siente forzada y eso es lo que en gran medida convierte a esta obra en una pieza única y que aun después de 40 años no encuentra parangón con la que se le pueda comparar dignamente. Es así como los minutos finales son realmente de antología, un ir y venir entre la orquesta y el grupo, ahora juntos, ahora separados, nuevamente juntos, la intensidad y rapidez en la sección de las cuerdas ayuda a acentuar el clímax que dura varios minutos, hasta llegar a finalizar juntos con la majestuosidad del trueno que emana desde los cobres de la Real Filarmónica de Liverpool. Un cierre sumamente intenso la verdad y que deja al oyente con la adrenalina a tope.
Para cerrar, quiero hacer una breve reflexión sobre dos puntos. El primero dice relación con la nota, sobre la cual quiero aclarar que esta se basa exclusivamente en la comparación de este registro con su versión de 1969. Con ella no pretendo calificar los movimientos compuestos por Jon Lord, sino sólo señalar que prefiero la primitiva por cuanto me parece que capta de mejor forma la complejidad de la obra y, más aun, lo hace en vivo. Además, me quedo con la participación de Deep Purple en pleno, por sobre la inclusión de otros músicos, que si bien podrán contar hoy en día con mayores recursos técnicos y con las ventajas que otorga hacerlo en un estudio, no logran la emotividad con que fueron ejecutadas sus partes aquella noche del 24 de septiembre de 1969 en Londres.
Segundo, Concerto For Group And Orchestra poco y nada tiene que ver con Heavy Metal, eso está claro y por lo mismo algunos se preguntarán que hace este comentario formando parte de un sitio como este. Lo comprendo. Pero si dejamos los fundamentalismos de lado, no tardaremos en entender que es un verdadero privilegio contarle al mundo que una obra tan extraordinaria como esta, proviene del mismo tipo que ayudó a cimentar el estilo que acá nos convoca, que fue escrita por el mismo que participó en la composición de temas tan definitorios de un género musical como Smoke On The Water, Highway Star, Space Truckin’, Burn o Speed King y que nos sentimos orgullosos y agradecidos de ello. No pasemos por alto eso. Quienes no conozcan la obra, háganse un favor y escúchenla, al menos permítanse formarse una opinión propia de ella, porque nada de lo que les digan podrá acercarse a la experiencia que significa oírla en plenitud.
WATCHTOWER
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